Reflexionando sobre cómo serán los materiales del futuro, hablaremos de un material que se encuentra en auge en Barcelona y que quizás nos lleva a responder sugiriendo que, como ocurre siempre, todo vuelve.
Los mosaicos hidráulicos, desde hace algunos años, han vuelto a ser tendencia, generando interés por su alto valor artesanal y por sus diversos diseños, perfectos para combinar ambientes tradicionales con detalles de vanguardia.
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Las baldosas hidráulicas modernistas son uno de los grandes tesoros, dentro de los muchos otros, que esconde Barcelona. Muchas de ellas han sido condenadas a su destrucción con el paso del tiempo. Sin embargo, y afortunadamente, todavía se conservan piezas históricas de gran valor para la ciudad en edificios de diversas tipologías, desde viviendas privadas hasta bares, como por ejemplo el menjador el de la Sala Beckett, diseñado por los arquitectos Flores i Prats.
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Ahora bien, ¿qué es un mosaico hidráulico? Es una baldosa decorativa de cemento pigmentado, apta para usarse tanto en interiores como en exteriores que, a diferencia de una baldosa de cerámica, no está hecha de barro o adobe, ni requiere cocción.
La historia comienza con los árabes, en el siglo IX, quienes las introdujeron en España. No obstante, recién a mediados del siglo XIX volvieron florecer, tras desarrollarse una técnica revolucionaria para su producción que permitía fabricar baldosas con diferentes motivos, a gran escala y sin necesidad de cocción para endurecerlas, reduciendo significativamente los costes de fabricación. Comienza así, este material, a ser comercializado tanto dentro del país como fuera, principalmente en Francia e Italia.
Este nuevo y disruptivo método consistía en el uso de una prensa hidráulica – de ahí el nombre – y de un molde para crear los diseños combinando colores. La principal ventaja era que la producción de baldosas podía realizarse en una sola fase, mientras que el procedimiento tradicional para la fabricación de baldosas de cerámica consistía en aplicar los colores por separado y cocer las piezas después de cada paso, un sistema que requería mucho tiempo y mucha mano de obra. Las baldosas hidráulicas simplemente eran prensadas y luego se dejaban secar durante varias semanas.
La estructura de la baldosa hidráulica tradicional tiene aproximadamente 2 centímetros de espesor y está dividida en 3 partes. La superficie decorada es una fina capa de 4 milímetros de grosor, compuesta por una mezcla de cemento pórtland blanco, arena de mármol y pigmentos – cada color se coloca en la división correspondiente de un molde –. La siguiente y segunda capa, el brassatge – brazaje –, tiene un grosor similar al de la primera, está compuesta por una mezcla de cemento pórtland gris y arena, y su misión era absorber posibles excesos de agua de la capa superior. La tercera y última, el grueso, mide aproximadamente 12 milímetros y se compone por una mezcla de cemento pórtland gris, cemento común y arena. Esta mezcla presenta una porosidad que facilitaba su adhesión al suelo en el momento de la colocación. Las baldosas se fabricaban en diferentes formas y tamaños, siendo el más frecuente el cuadrado de 20 x 20 centímetros de lado y los hexágonos de 11,5 centímetros de lado.
La empresa catalana Butsems i Cia fue la primera especializada en la producción de este material de la cual se tiene registro, y nos remonta al año 1857. Sin embargo, el evento que presentó a las baldosas hidráulicas en sociedad, sucedió 10 años más tarde, en la Exposición Universal de París, y la llevó a cabo la empresa Garret, Rivet i Cia. Posteriormente apareció otra empresa que, gracias a su moderna maquinaria y a su masiva capacidad de producción, terminó de popularizar en Barcelona esta clase de baldosas. Y así, siguió expandiéndose esta actividad, naciendo muchas más empresas, como por ejemplo Escofet, Fortuny i Cia, fundada en 1886, que destacó por sus innovadores diseños, y llevó este pavimento a toda España y a América Latina.
Esta popularidad del mosaico hidráulico coincidió con el auge del Modernismo Catalán, calificado como su principal impulsor: se crearon motivos innovadores y osados, inimaginables en otro tiempo. Las empresas solían contar con dibujantes especializados y a veces contrataban a artistas destacados para realizar diseños particulares. Así, los motivos variaban entre formas geométricas, vegetación y flores, figuras más orgánicas y, en ocasiones, animales o figuras humanas, y utilizaban una amplia gama de colores.
En la historia de Barcelona destacan varios arquitectos, artesanos y diseñadores que se atrevieron a jugar con este método. Entre ellos, y habiendo sido uno de los más reconocidos, encontramos a Antoni Gaudí, quien diseñó el suelo que actualmente pavimenta las aceras de Paseo de Gracia. Estos mosaicos se han transformado en un símbolo de Barcelona: los encontramos en forma de imanes decorando neveras o estampados en camisetas y en tote bags, entre muchas otras cosas.
Cabe mencionar la similitud del diseño de los mosaicos hidráulicos en algunos espacios – generalmente espacios principales o especiales – con el de las alfombras: una parte central formando un dibujo, complementada por un marco exterior, formado por baldosas monocromáticas de tonalidades discretas. Estas “alfombras de mosaicos”, solían colocarse en zonas como el salón, el recibidor y el comedor, y a veces en habitaciones especiales. En espacios secundarios el diseño de los mosaicos era más simple.
El auge de este material desaparece con las construcciones de la década de 1960, época en la que surge una emergente e ineludible necesidad de abaratar costos en materiales y, por desgracia, los mosaicos caen en desuso. De allí en adelante, además, muchos mosaicos de gran belleza comenzaron a desaparecer con la demolición o remodelación de edificios antiguos, peligrando su desaparición.
En los últimos años, el interés en el mosaico hidráulico ha renacido, siendo considerado un elemento de diseño de calidad por parte de arquitectos e interioristas. De ahí que, si no se recuperan mosaicos antiguos en reformas y remodelaciones, se colocan nuevos, existiendo muchas empresas locales que se dedican a fabricarlos. Los años han pasado, pero la técnica de fabricación es casi la misma, las diferencias son solo mejoras.
A continuación te contamos cómo se fabrican, paso a paso:
- Las baldosas hidráulicas de buena calidad se fabrican a mano y pieza por pieza. El primer paso es construir una trepa o molde, en el que se introducen los pigmentos que dibujarán el diseño de la baldosa. Las trepas son realizadas por expertos herreros, dando formas al hierro y acoplando las piezas para formar las cavidades en las que se introducen los mencionados pigmentos.
- Una vez rellenados los huecos, se retira la trepa y se añade una mezcla de cemento que es la que brinda forma y volumen a la baldosa. Luego, el molde completo se fija utilizando una prensa hidráulica. En esta instancia, la pieza debe estar perfectamente compactada.
- El próximo paso consiste en humedecer la baldosa con agua para darle mayor dureza al cemento y hacerla más resistente.
- El proceso concluye aproximadamente 28 días después, al completarse el proceso de secado y fraguado. Así, el mosaico está listo para ser colocado.
Entonces, para concluir, como mencionamos al principio del artículo, “todo vuelve”. No es regla general para todos los materiales, ni es una respuesta absoluta a la pregunta. Pero, permitiendo su supervivencia, este criterio ha aplicado en el caso de las baldosas hidráulicas, quienes, afortunadamente, han vuelto a Barcelona.